Bombardeo de Róterdam

El Bombardeo de Róterdam se realizó durante la primera etapa de la Segunda Guerra Mundial, durante la breve Batalla de Holanda, que a su vez formó parte de la Batalla de Francia. La terrible destrucción de Róterdam, a una escala hasta entonces no vista, obligó al gobierno a renunciar para evitar que otras ciudades neerlandesas fueran destruidas.
El 10 de mayo de 1940 acabó el período de relativa paz llamado la Guerra en broma cuando los alemanes se lanzaron contra las fronteras belga y neerlandesa con el objetivo de invadir Francia por el norte.

Ese mismo día los alemanes lanzaron una división de paracaidistas, al mando del general Kurt Student, sobre La Haya en un intento prematuro de allanar el camino a Róterdam. Sin embargo, al llegar la Novena División Panzer y la selecta División SS Leibstandarte SS Adolf Hitler al mando del general Hans Schmidt Hans Schmidt, los invasores se pusieron en camino de nuevo, llegando al sur de Róterdam.

Schmidt preparó entonces un ataque para el 14 de mayo, en él los tanques cruzarían el río Mosa a través de dos puentes ya capturados, mientras que las SS cruzarían más arriba. El ataque iba a ser precedido por la artillería, al mismo tiempo se habían hecho los arreglos para que 25 bombarderos Stuka dieran soporte.

En la noche del 13 Student se reunió con un oficial de la Luftwaffe para coordinar el ataque aéreo, si bien no existen documentos, alguien decidió cambiar a los bombarderos livianos Stuka, por los pesados He 111.

El General Schmidt ordenó un atraso del ataque a las 16:20 y solicitó al Jefe de la Guarnición de Róterdam el Coronel Scharroo iniciar las negociaciones para rendir a la ciudad antes del ataque que inicialmente iba a empezar a las 13:20. Scharroo rehusó negociar y envió a un mensajero a dar la noticia a Schmidt, el mensajero no había llegado todavía cuando se inició el bombardeo a la hora originalmente planificada.

Unos 90 bombarderos arrojaron su mortal carga, de los cuales 57 arrojaron todas su bombas sobre la ciudad. Se desconoce porque se ignoró al orden de Schmidt de atrasar el ataque.
Se estima que unas mil personas murieron, otras 70 mil se quedaron sin hogar. Casi 25 mil casas, 2.320 tiendas, 775 galpones, 63 escuelas y 24 iglesias fueron destruidas. El antiguo centro de la ciudad fue barrido por el fuego.

Inmediatamente, el gobierno holandés se rindió para evitar que se bombardearan más ciudades holandesas.