Rusia recordó este miércoles con discreción el 70º aniversario de la invasión de la URSS por la Alemania nazi, una celebración que aún incomoda a Moscú, pues como confirman archivos recientemente desvelados el líder soviético Joseph Stalin había desestimado informes precisos sobre los planes de Hitler.
La 'Operación Barbarossa' se inició a primeras horas del 22 de junio de 1941 y permitió a la Wermacht penetrar velozmente en territorio soviético, amenazando Moscú, antes de ver frenado su avance por el duro invierno ruso.Ciudades como Kiev (Ucrania) y Rostov del Don vivieron durante muchos meses bajo ocupación nazi.
Para Rusia y otros países desprendidos de la hoy disuelta Unión Soviética, el 22 de junio de 1941 marca el verdadero inicio de la Segunda Guerra Mundial, que los libros de historia rusos denominan la Gran Guerra Patriótica.
Pero las conmemoraciones de esa fecha suelen ser más bien apagadas, en contraste con las del 9 de abril de 1945, cuando se recuerda con rimbombantes discursos el día de la rendición alemana.
En Rusia y otras repúblicas ex soviéticas, los actos se limitaron a concentraciones de ciudadanos con velas encendidas. El presidente ruso, Dimitri Medvedev, colocará durante el día una corona de flores ante la Tumba del Soldado Desconocido.
Un pequeño grupo de personas, en su mayoría ancianos, observó a las 04H00 de la mañana -hora en la que los primeros tanques alemanes rompieron la porosa frontera soviética- un minuto de silencio frente a la Llama Eterna del Kremlin.
La sociedad rusa empezó en los últimos años a asociar el recuerdo de una resistencia heroica a la idea de que Stalin, con sus purgas masivas y su incredulidad ante las advertencias sobre los planes de Hitler, había debilitado enormemente la capacidad defensiva del país.
Hisoriadores occidentales sostienen que Stalin confiaba en que Hitler respetaría el Tratado de no agresión germano-soviético, conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop por los nombres de los cancilleres de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y del Tercer Reich nazi.
Además, la represión stalinista diezmaba a partir de mediados de la década del 30 a las elites soviéticas, incluyendo las del aparato militar, que hubieran podido idear una estrategia de defensa.
"¿Se hubiera atrevido el Fuhrer (Adolf Hitler) a atacar a Francia en 1940 si hubiera temido al Ejército Rojo?", se interrogó el diario opositor ruso Novaya Gazeta.
Tras el ataque, Stalin se retiró a su dacha y dejó en manos de su ministro Vyacheslav Molotov la tarea de dirigirse por radio al pueblo soviético, el mismo día 22. El dirigente máximo del país aguardará hasta el 3 de julio para hacer oír su voz.
"El discurso radial de Molotov es uno de los mayores misterios del primer día de la invasión", señaló el diario de gran tirada Moskovsky Komsomolets, que se preguntó: "¿Por qué Stalin, el líder, el jefe del gobierno y del país, no apareció personalmente?".
Los errores de Stalin al inicio de la guerra perturbaban ya las tentativas del gobierno ruso de presentar la victoria final como una de las grandes hazañas históricas del país.
Una nueva actitud ante esos hechos incómodos ha surgido bajo la presidencia de Dimitri Medvedev, quien condenó los crímenes de Stalin con más énfasis que su predecesor Vladimir Putin.
En una inhabitual conferencia de prensa esta semana, el Servicio de Inteligencia Exterior (SVR) de Rusia, sucesor del KGB soviético, desclasificó documentos que demuestran que Stalin había recibido reiteradas advertencias sobre la innminencia de un ataque alemán.
Pero el líder soviético restó toda crebilidad a esos avisos, que contenían amplias precisiones.
"Stalin tenía en su escritorio toda la información sobre los preparativos de un ataque alemán. Se le habían entregado todos los informes", recalcó el general Lev Sotskov, del SVR.
Sin embargo, "cuando el ataque empezó, no estábamos preparados", apuntó.