Margot Woelk con 96 años |
Nunca
conoció a Adolfo Hitler pero su trabajo era jugarse la vida por él bocado a
bocado. A sus 96 años, Margot Woelk acaba de revelar cómo fue su trabajo de
probar la comida del máximo jefe nazi, que temía ser envenenado.
“Tuviste
buena suerte. Los rusos mataron al resto de las chicas”, le dijo el teniente
Gerhard La Grange a Margot Woekl, al reencontrarse con ella años después de la
Segunda Guerra Mundial. El oficial, el único amigo que la berlinesa hizo
durante su época como trabajadora del Tercer Reich, la embarcó en el tren de
Goebbels que salió de Prusia en 1944, y le salvó la vida. Poco después llegaron
las tropas soviéticas a Guarida del Lobo, el Wolfschanze, la villa desde donde
Hitler comandaba sus ataques en el frente del Este, y mataron a todo el que
encontraron. Allí murieron las otras 14 mujeres que, con Margot, hacían parte
de la ‘brigada del veneno’, un grupo de jóvenes alemanas que cataba las comidas
del líder nazi para asegurarse de que no estuviera envenenada.
Como
contó la semana pasada por primera vez al canal RBB de su país, Woelk vivió
como muchos los horrores de la guerra.
En 1941 un bombardeo de la Fuerza Aérea Británica la obligó a salir de
Berlín pues su apartamento se quedó sin techo.
Sola, pues su marido Karl estaba en el frente, decidió ir a casa de su
suegra en Gross Partsch, en la Prusia Oriental. No sabía que a poco menos de
seis millas se encontraba el búnker de Hitler en la región. El lugar hoy es un
hotel, pero entonces era una villa camuflada y fortificada en la que el
criminal pasó 800 días en plena guerra.
A una
semana de haber llegado al pueblo, Margot, de 25 años, ya trabajaba para los
nazis probando los alimentos del Führer. “Me sentía como un conejo de
laboratorio, pero si algo se aprendía en la Alemania nazi era que no se
discutía con las SS (el grupo paramilitar nazi)”, afirmó al canal. “Entre las
once y las doce del día teníamos que probar la comida, y solo después de que
todas lo hacíamos, la SS la llevaba a los cuarteles”. Las mujeres comían bajo
supervisión armada en un colegio al que llegaban en un bus todos los días.
“Esta era mi vida cinco días a la semana. Nunca conocí a Hitler pero lo vi en
el patio cerca a la casa, jugaba con su perra Blondi. Él le lanzaba palos, era
muy devoto de ella”, añadió Woelk.
Jamás
hubiera soñado el menú al que ella y sus compañeras se enfrentaban en medio de
los combates: “Todo era vegetariano, las cosas más frescas y deliciosas, desde
espárragos hasta pepinos y arvejas,
servidos con arroz y distintas ensaladas. Nos daban todo en un plato, justo
como se le iba a servir a él. No había carne y no recuerdo que hubiera
pescado”. La realidad de que cualquiera de los bocados podía estar envenenado
la obligaba a engañarse para tratar de disfrutar, pero era imposible, se sufría
mucho: “Muchas de las chicas rompían en llanto cuando comenzaban a comer.
Luego, solíamos llorar como perros cuando sabíamos que habíamos sobrevivido”.
Margot y
sus compañeras probaban los manjares del Führer por la paranoia del genocida
alemán, justificada después del atentado que sufrió precisamente en la Guarida
del Lobo. Hitler reaccionó con violencia y el incidente dificultó las cosas
mucho más para la ‘brigada del veneno’. Las mujeres tuvieron en adelante que
vivir dentro de las instalaciones escolares y solo podían visitar a la familia
durante los fines de semana.
En 1944,
La Grange le avisó que las cosas no iban bien y le ayudó. Margot regresó a
Berlín, pero allá también llegaron los rusos. Durante 14 días fue presa de los
ataques sexuales de los soldados del Ejército rojo que cobraron con creces los
pecados de los alemanes en Rusia. Margot jamás pudo tener hijos, pero regresó
al mismo apartamento del que había huido en 1941. Allá también llegó su esposo
en 1946, y con él vivió hasta su muerte en 1990. Ella sigue su vida, y 70 años
después ya no tiene nada que esconder.
Fuente: http://www.semana.com/
Wow, no conocía esta persona, gracias por darla a conocer
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