Englishplantillas curriculums vitae French German documentales Spain ItalianIrish DutchGreek RomanianSwedishRussianPolishPortuguese
DanishBulgarianSerbianIcelandicCzechCroatianFinnishNorwegianUkrainianIndianJapanese Korean Arabic TurkishChinese Simplified Latvian

Páginas

viernes, 29 de julio de 2011

EEUU ayudó a criminales nazis

Terminada la II Guerra Mundial el ejército estadounidense, que contaba con el principal cuerpo de espionaje del país hasta la creación de la CIA en 1947, tuvo acceso a documentos que probaban la participación en crímenes de guerra de altos miembros de la Gestapo y las S.S. Comenzado el gran juicio de Núremberg los ocultó al jurado, impidiendo que fueran condenados.

Además, el Gobierno liderado por Harry Truman trabajó para conseguir que aquellos que ya habían sido enviados a prisión fueran liberados y colaboró en su huida a Latinoamérica. A cambio de este comportamiento, obtuvo la colaboración de estos en las labores de contraespionaje de la Unión Soviética y tal vez, de las otras potencias aliadas aprovechando la estructura alemana creada durante la II Guerra Mundial.

A estas conclusiones llegaron Richard Breitman y Norman J. W. Goda, historiadores vinculados a la Universidad Americana de Washington y la Universidad de Florida respectivamente, tras analizar los archivos de inteligencia desclasificados por el gobierno desde 2005. En su libro La Sombra de Hitler. Criminales de guerra nazis, servicios de inteligencia estadounidenses y Guerra Fría muestran los documentos que prueban la colaboración y connivencia del gobierno de EEUU con algunos de estos criminales de guerra vinculados a la Gestapo, policía política de la Alemania nazi, a cambio de información privilegiada.

Entre los documentos analizados un nombre destaca con luz propia, Klaus Barbie, el Carnicero de Lyon, responsable del traslado de 7.500 personas a campos de concentración, más de 4.000 asesinatos y el arresto y tortura de unos 14.000 miembros de la Resistencia. Gracias a la intervención del gobierno de Truman, Barbie quedó indemne del juicio de Núremberg y consiguió abandonar Europa con destino a Bolivia. Su llegada al país suramericano tuvo nefastas consecuencias para Latinoamérica ya que jugó un papel fundamental en la vigorización ideológica y económica de movimientos de ultraderecha como los contras nicaragüenses, cuya relación con el gobierno de Reagan fue probada.

También fueron favorecidos por la intermediación directa de los servicios secretos estadounidenses Eugene Fischer y Anton Mahler. Fischer, tomó parte activa de los crímenes cometidos en el recinto de Dachau como miembro de la Gestapo, mientras que Mahler participó en el asesinato de 45.000 bielorrusos. Ambos fueron protegidos y colaboraron posteriormente.

Breitman y Goda también analizaron los documentos referentes a Rudolf Mildner, líder de la Gestapo en Viena y responsable del envío de miles de represaliados austríacos a Auschwitz. Lo más llamativo de su carrera como leal seguidor del Partido Nazi se desarrolló en Dinamarca, donde además de ser el responsable de unas 8.000 deportaciones, entró en contacto directo con las hipótesis del científico local Nils Bohr, uno de los teóricos de la energía atómica y, también, uno de los principales impulsores de su uso bélico. Los documentos desclasificados, por ahora, solo hacen referencia a él por su valor político, pero el gobierno estadounidense todavía mantiene algunos de los documentos relacionados con este asunto bajo secreto.